Hablar de la historia del mueble es mucho más que resumir los cambios del mobiliario de un siglo a otro. Sorprende saber que todo está mucho más interrelacionado de lo que parece y que, aspectos como el carácter de un gobernante o una situación política determinada, pueden influir enormemente en las líneas estilísticas y artísticas de cada época.
En ese sentido, los estilos que aquí expondremos son un caso paradigmático; no en vano, los monarcas prestan su nombre a la denominación del mismo. Bajo el reinado de los diferentes Luises, se realizaron algunas de las mejores obras artísticas -véase Versalles-, y el mobiliario adquirió una especial relevancia. De esta época nos llegan exhaustivos inventarios de muebles o interesantes averiguaciones sobre antiguas técnicas.
Proliferaron los palacios, mansiones, y la necesidad de decorarlos con los más bellos muebles y accesorios. En este mundo de nuevas tendencias e inspiraciones refinadas, son las mujeres las que cobran protagonismo, implicándose muy activamente en las diferentes corrientes estilísticas. Madame Pompadour o Ana de Austria son nombres propios que aportaron muchísimo a las corrientes decorativas, pero fueron los hombres quienes acabaron bautizando estos imponentes estilos.
Estilo Luis XIV
Se distinguen tres periodos en el estilo Luis XIV: la etapa de influencia italiana; que abarca desde 1643 hasta 1661, una segunda etapa que coincide con el esplendor del reinado, y la que coincide con los últimos años del siglo XVII. Ésta es una época barroca, donde se construyen muebles macizos e imponentes, con una rica ornamentación que se recrea en los detalles.
Es un tipo de decoración marcadamente angulosa, donde los temas utilizados en los motivos son muy variados, casi inclasificables. Por ser una época de plenitud del estilo, se tallaban todo tipo de figuras: desde animales como los delfines, hasta personajes mitológicos como cariátides o sirenas, o columnas salomónicas que se retuercen sobre sí mismas. Todo un catálogo de formas al servicio de la transmisión de sentimientos y pasiones mediante el arte.
Los sillones evolucionan, agrandan su base e inclinan ligeramente el respaldo. Serán muebles más altos que anchos y todos estarán tapizados con terciopelo, brocados, satén o damasco. Aparece la cama de reposo hacia 1660, que permitía a las damas recibir las visitas recostadas sobre este mueble. Ésta es una época donde los complementos cobran gran importancia: pedestales, relojes de pie, mesas con ricos adornos, candelabros, etc.
Estilo Luis XV
Etapa que comienza con una regencia de ocho años a cargo de Felipe de Orleans, que sirvió para atenuar la fiebre del barroco y dar los primeros pasos hacia un nuevo estilo más anárquico: el rococó. Son tiempos donde se innova en temas, técnicas y ambientes.ovedades como el salón de fumar o la biblioteca tienen un gran efecto sobre la decoración, pero nada como la influencia oriental y la importación de algunas de sus técnicas. Se imita el lacado oriental y se utilizan otros acabados que persiguen imitar esos aires exóticos, como el calco o el collage. No en vano, a esta tendencia en el mobiliario se la conoció como 'chinoiserie'.
También proliferan muebles con cierto estilo neoclásico, bastante más austero que el barroco de la época, y se volvió a poner de manifiesto la atracción que suponen las estancias cómodas e íntimas. Bronces, cintas, guirnaldas y volutas que se contorsionan, nuevos diseños de camas...El estilo Luis XV ha sido una de las épocas más productivas para la decoración, siendo aún hoy motivo de inspiración.
Estilo Luis XVI
Nuevo giro de estilo que abarca desde la mitad hasta el final del siglo XVIII. Se produce una vuelta a la línea recta y a las formas geométricas del Renacimiento, aunque con un resultado menos grave y pesado. En todo este cambio, los descubrimientos arqueológicos de las ruinas de Pompeya y Herculano tuvieron una gran influencia en el mundo de las artes y las ciencias, volviendo a inspiraciones clásicas.Este Neoclasicismo va a evolucionar tras el estilo Luis XVI, con matices más pomposos y solemnes que la gracilidad del anterior. Los muebles de esta corriente están construidos mediante ángulos rectos y los motivos clásicos suelen ser discretos, con coronas de laurel, acanalados o volutas, o incluso pilastras, patas y columnas con formas de animales, como el león o el delfín.
En sillas cuesta más abandonar la línea recta dada la ergonomía de la curva y las patas son las únicas rectas, aunque acanaladas. Por último, la ornamentación se fue convirtiendo en una práctica en auge y de gran maestría, con labores cercanas a la joyería. Se consiguen acabados fantásticos, que recuerdan más al orfebre que al ebanista.